25 nov 2011

Dialéctica del Cénit y el Ocaso

Texto de Miguel Amorós basado en la charla de título "Desarrollismo y Progresismo" enmarcada dentro de las "Jornadas Crítica al Progreso" organizadas por la Federación de Estudiantes Libertarixs de la Universidad Autonoma de Madrid(FEL-UAM).

Audio de la charla: http://dl.dropbox.com/u/1466770/Audios/Amoros-Desarrollismo%20y%20Progresismo%28FEL%29.3gp


DIALÉCTICA DEL CENIT Y EL OCASO

El capitalismo ha alcanzado su cenit, ha traspasado el umbral a partir del cual las medidas para preservarlo aceleran su autodestrucción. Ya no puede presentarse como la única alternativa al caos; es el caos y lo será cada vez más. Durante los años sesenta y setenta del pasado siglo, un puñado de economistas disconformes y pioneros de la ecología social constataron la imposibilidad del crecimiento infinito con los recursos finitos del planeta, especialmente los energéticos, es decir, señalaron los límites externos del capitalismo. La ciencia y la tecnología podrían ampliar esos límites, pero no suprimirlos, originando de paso nuevos problemas a un ritmo mucho mayor que aquél al que habían arreglado los viejos. Tal constatación negaba el elemento clave de la política estatal de posguerra, el desarrollismo, la idea de que el desarrollo económico bastaba para resolver la cuestión social, pero también negaba el eje sobre el que pivotaba el socialismo, la creencia en un futuro justo e igualitario gracias al desarrollo indefinido de las fuerzas productivas dirigidas por los representantes del proletariado. Además, el desarrollismo tenía contrapartidas indeseables: la destrucción de los hábitat naturales y los suelos, la artificialización del territorio, la contaminación, el calentamiento global, el agujero de la capa de ozono, el agotamiento de los acuíferos, el deterioro de la vida en medio urbano y la anomia social. El crecimiento de las fuerzas productivas ponía de relieve su carácter destructivo cada vez más preponderante. La fe en el progreso hacía aguas; el desarrollo material esterilizaba el terreno de la libertad y amenazaba la supervivencia. La revelación de que una sociedad libre no vendría jamás de la mano de una clase directora, que mediante un uso racional del saber científico y técnico multiplicase la producción e inaugurara una época de abundancia donde todos quedaran ahítos, no era más que una consecuencia de la crítica de la función socialmente regresiva de la ciencia y la tecnología, o sea, del cuestionamiento de la idea de progreso. Pero el progresismo no era solamente un dogma burgués, era la característica principal de la doctrina proletaria. La crítica del progreso implicaba pues el final no sólo de la ideología burguesa sino de la obrerista. La solución a las desigualdades e injusticias no radicaba precisamente en un progresismo de nuevo cuño, en otra idea del progreso depurada de contradicciones. Como dijo Jaime Semprun, cuando el barco se hunde, lo importante no es disponer de una teoría correcta de la navegación, sino saber cómo fabricar con rapidez una balsa de troncos. Aprender a cultivar un huerto como recomendó Voltaire, a fabricar pan o a construir un molino como desean los neorrurales podría ser más importante que conocer la obra de Marx, la de Bakunin o la de la Internacional Situacionista. Eso significa que los problemas provocados por el desarrollismo no pueden acomodarse en el ámbito del saber especulativo y de la ideología porque son menos teóricos que prácticos, y, por consiguiente, la crítica tiene que encaminarse hacia la praxis. En ese estado de urgencia, el cómo vivir en un régimen no capitalista deja de ser una cuestión para la utopía para devenir el más realista de los planteamientos. Si la libertad depende de la desaparición de las burocracias y del Estado, del desmantelamiento de la producción industrial, de la abolición del trabajo asalariado, de la reapropiación de los conocimientos antiguos y del retorno a la agricultura tradicional, o sea, de un proceso radical de descentralización, desindustrialización y desurbanización debutando con la reapropiación del territorio, el sujeto capaz de llevar adelante esa inmensa tarea no puede ser aquél cuyos intereses permanecían asociados al crecimiento, a la acumulación incesante de capital, a la extensión de la jerarquía, a la expansión de la industria y a la urbanización generalizada. Un ser colectivo a la altura de esa misión no podría formarse en la disputa de una parte de las plusvalías del sistema sino a partir de la deserción misma, encontrando en la lucha por separarse la fuerza necesaria para constituirse.

Al final de la era fordista, tras la subida de precios del petróleo como consecuencia del cenit de la producción en Estados Unidos, conocemos la salida que buscó la clase dirigente para preservar el crecimiento: un desarrollismo de nuevo tipo, neoliberal, basado primero en el fin del Estado-nación, la privatización de la función pública, el abandono del patrón oro, la energía nuclear, la eliminación de las trabas aduaneras, el abaratamiento del transporte, la globalización de los mercados, la expansión del crédito y la desregulación del mundo laboral. Una segunda fase, algo más keynesiana, rentabilizaría la destrucción acumulada mediante un desarrollismo llamado sostenible, integrando el punto de vista ecologista en un capitalismo “verde”. El Estado recuperaría un tanto su papel de impulsor económico que tenía en la época anterior de capitalismo nacional financiando dicha modernización y forzando el reciclaje de la población en el consumo de mercancía labelizada. También conocemos las alternativas progresistas neokeynesianas que en el marco del orden establecido reivindicaron “otra” globalización en donde las cargas estuvieran mejor distribuidas, o lo que viene a ser lo mismo, una mundialización tutelada por los Estados que respetara los intereses de la burocracia obrerista y el estatus de las clases medias. Esta propuesta descansaba en la falsa suposición de que el Estado era un instrumento neutral frente al capitalismo, y no la adecuada expresión política de sus intereses. Como quiera que fuera, ambas políticas –la neoliberal conservadora y la neokeynesiana socialdemócrata-- fracasaron al tropezar el capitalismo con sus límites internos. La liquidación de las economías locales arruinó poblaciones enteras que se fueron acumulando en las periferias de las metrópolis, dando vida a inmensos poblados de chabolas. Innumerables masas emigraron a los países “desarrollados”, extendiendo las consecuencias de la crisis demográfica a las zonas privilegiadas del turbocapitalismo. Esta nueva mutación del capital creaba una nueva división social: los integrados y los excluidos del mercado. La contención de la exclusión quedó fundamentalmente en manos del Estado, en absoluto neutro, obligado a desarrollar para la ocasión políticas represivas de control de la inmigración y extenderlas a cualquier forma de disidencia. Por otro lado, el carácter eminentemente especulativo de los movimientos financieros internacionales y las políticas estatistas clientelares, tras una década de euforia, condujeron a la bancarrota general del 2008, agravada por las deudas que los Estados no habían podido rembolsar, precipitando una vuelta al neoliberalismo mucho más dura. Las medidas draconianas son necesarias para traspasar la crisis provocada por los Bancos y los Estados a la población asalariada, mayoritariamente hipotecada. La pauperización material de un tercio de la población se suma a una pauperización moral vieja de años, pero la incapacidad irremediable de crecer lo suficiente de los Estados Unidos y la Unión Europea si no es compensada con una demanda emergente, china o india, proporcionará un marco crítico duradero donde podrá invertirse el proceso de anomia. Potencialmente, y por mucho tiempo, el espectro de Grecia –las condiciones griegas—asediará la conciencia de los dirigentes. La venganza o la voluntad de desquite dominarán en los primeros momentos con toda la secuela de conflicto y violencia, pero para construir habrá de darse en las masas vapuleadas un sentimiento de dignidad a la par que el desarrollo de una conciencia verdaderamente subversiva.

Paradójicamente, en la fase actual de descomposición del sistema dominante, las contradicciones internas ocultan las externas. El drama de la exclusión, el paro, la precariedad, los recortes, los desahucios y el empobrecimiento de las clases medias asalariadas, al poner por delante sus intereses inmediatos todavía ligados al mantenimiento de un estilo de vida urbano, artificial y consumista, han oscurecido momentáneamente la cuestión esencial, el rechazo del credo del progreso, y, por consiguiente, el del modelo social y urbano que le es inherente. En consecuencia, la creciente “huella ecológica” y la insostenibilidad intrínseca de la supervivencia bien o mal abastecida bajo el capitalismo no se han tenido en consideración, por lo que las exigencias desindustrializadoras y desurbanizadoras parecen fuera de lugar. La protesta urbana, obrera o populista, rechaza pagar la factura de la gestión desarrollista anterior y así se contenta con exigir “otra” política, “otra” banca u “otro” sindicalismo, a lo sumo, “otro” capitalismo, pero jamás se planteará seriamente la ruralización o la desaparición de las metrópolis, es decir, otra manera de convivir, otra sociedad u otro planeta. La mayoría de los habitantes de las conurbaciones solamente busca o aspira a encontrarse con la naturaleza los fines de semana, en tanto que consumidores de relax y paisaje, por lo que una crítica antidesarrollista tiene serios problemas para darse a conocer fuera de estrechos círculos, ya que la mentalidad urbana es incapaz de asumirla y los desertores del asfalto son todavía pocos. Por otra parte, la población campesina, residual, sufre un deterioro mental aún peor, fruto de su suburbanización, y las más de las veces reproduce estereotipos ideológicos urbanos. La crítica antidesarrollista no cuaja pues, ni en el medio rural, que debía ser el suyo, ni en el medio urbano, mucho menos propicio. Por eso la materialización en la práctica del antidesarrollismo como defensa del territorio se ve sometida a multitud de inconsecuencias y limitaciones. El carácter específicamente local de dicha defensa juega en su contra. Apenas se conforma una oposición contra una nocividad particular, surgen acompañantes municipalistas, verdes o nacionalistas, que tratan de confinarla como “nimby” en la localidad, exprimirla políticamente y empantanarla en marismas jurídicas y administrativas. Solamente en los casos en que ha conseguido aliados de las conurbaciones gracias precisamente a los irregulares de la post ciudad, ha podido formularse un interés general y desarrollarse un conflicto de envergadura (p. e. contra trasvases, contra las líneas MAT, contra el TAV, contra autopistas, centrales eólicas, etc.). Resumiendo, la defensa del territorio está lejos mostrarse como el único conflicto realmente anticapitalista, ya que, debido a las condiciones hostiles que debe afrontar, no consigue constituir una comunidad de lucha estable y suficientemente consciente que contribuya con eficacia a incrementar el número de renegados de la urbe. Todavía no ha logrado transformar la descomposición urbana en fuerza creativa rural, ni la oposición al desarrollismo territorial en barrera contra la urbanización total.

Será necesaria otra vuelta de tuerca en la crisis para que la cuestión urbana –el problema de desmontar la conurbación-- aparezca en el centro de la cuestión social. En efecto, la conurbación es la forma ideal de la organización del espacio por el capitalismo; una gran concentración de consumidores hecha posible por la abundancia hasta ahora ilimitada de combustible fósil barato y de agua potable. Es de suponer que un encarecimiento del combustible conduciría a una crisis energética que pondría en peligro la agricultura industrial, el sistema de vida urbano y la existencia misma de las conurbaciones. Igual sucedería con una sequía prolongada que exigiera la construcción de numerosas desaladoras funcionando con petróleo. Ese es el horizonte que perfila a corto plazo la gran demanda de los países emergentes y el cenit de la producción petrolífera a medio: el fin de la era de la energía barata. No hay remedio posible puesto que la energía nuclear y las llamadas “renovables” son caras, necesitan igualmente para su puesta en marcha ingentes cantidades de combustible fósil cada vez menos al alcance y el ritmo de su producción nunca podrá satisfacer las exigencias de un consumo creciente. El capitalismo verde es una falacia y la globalización está entrando en su fase terminal; las innovaciones tecnológicas no podrán salvarla. La perspectiva de un declive de la producción industrial de energía pinta de negro el futuro de las conurbaciones, puesto que un encarecimiento del transporte paralizará los suministros y las volverá inviables. Los bloques de viviendas, los rascacielos, los centros comerciales, los adosados residenciales, los polígonos logísticos, las autopistas y demás se deteriorarán a gran velocidad. Entonces, los sofisticados materiales de construcción, el aire acondicionado, los electrodomésticos, los ordenadores, la calefacción central, la telefonía móvil y los automóviles serán cosas del pasado. Además, el calentamiento global es imparable puesto que el consumo de energías contaminantes es imposible de aminorar, y, en pocos años, cuatro o cinco, desbocará el cambio climático y entonces los daños provocados serán irreversibles. El decaimiento de la agricultura industrial –esclava del fuel, de los abonos y herbicidas petroquímicos—junto con las secuelas del calentamiento –incremento del efecto invernadero, deforestación, erosión, salinización y acidificación de los suelos, desertificación, sequías e inundaciones-- desembocarán en una crisis alimentaria de graves consecuencias. La mayoría de la población urbana quedará desabastecida, viéndose impelida violentamente a buscar comida y combustible fuera, desperdigándose por un campo esquilmado. El que este proceso de expulsión del vecindario se efectúe de forma caótica y terrorista o transcurra positivamente dependerá de la capacidad integradora de las comunidades de lucha surgidas de la deserción y la defensa del territorio. Si éstas son débiles no podrán enfrentarse a la avalancha de una población hambrienta y transformar su desesperación en fuerza para el combate por la libertad y la emancipación. La desagregación del turbocapitalismo daría lugar entonces a un reguero de formaciones capitalistas primitivas defendidas por poderes locales y regionales autoritarios. Será inevitable que la sociedad se contraiga y se vuelva intensamente localista, pero lo pequeño no siempre es hermoso. Puede ser horrible si la necesaria ruralización que habrá de afrontar las consecuencias de una superpoblación repentina y brutal, no discurre por vías revolucionarias, es decir, si se limita a una producción centralizada y privilegiada de comida y energía en lugar de orientarse hacia la creación de comunidades libres y autónomas capaces de resistir a la depredación post urbana. En definitiva, si el proceso ruralizador no respira esa atmósfera de libertad que antaño se atribuía a las ciudades.

A fin de no caer en profecías apocalípticas y evitar que la ciencia ficción se adueñe de los análisis futuristas postulando retornos al paleolítico o a la barbarie de género cinematográfico, conviene considerar la crisis energética como un marco general y un horizonte temporal que condicionará cada vez más el acontecer social con el chantaje consabido de ‘o la energía o el caos’ sin por lo tanto determinarlo completamente. La especulación novelesca es deudora de la actitud contemplativa frente a la catástrofe, típica de la religión --o de su equivalente secular, la ideología historicista-- que considera lo que adviene como resultado forzoso y no como una posibilidad entre muchas, un desenlace en el tiempo fruto de múltiples variables: la conciencia del momento, la inteligencia de los cambios, la configuración de fuerzas independientes, la habilidad en captar las contradicciones que se manifiestan y en aprovechar las ocasiones que se presentan... Ni el resultado explica enteramente el proceso, ni el proceso, el resultado. El cenit no precede necesariamente a la extinción. Entre los dos interviene el juego dialéctico de la táctica y de la estrategia entre contrincantes con fuerzas desiguales, a corto y medio plazo. El juego de la guerra social. Las esperanzas de los sectores aferrados a la conservación del capitalismo de Estado en un decrecimiento paulatino, pacífico y voluntario serán prontamente desmentidas por la brutalidad de las medidas de adaptación a escenarios de escasez y penuria y la dinámica social violenta que van a originar. Si bien el colapso catastrófico no va a producirse en fecha fija, inminente, tampoco va a ser inevitable la entronización de un régimen ecofascista; sin embargo, la probabilidad más o menos cercana de ambos fenómenos puede servir para llevar la acción por derroteros consecuentes, lográndose así en las sucesivas confrontaciones una salida favorable al bando de los partidarios de un cambio social radical y libertario. Nada está decidido, por lo que todo es posible, incluso las utopías y los sueños.

Charlas de Pineda de Mar organizada por la sección local de la CNT en Can Comas (30 de junio de 2011), de Segorbe, en el Ateneo Libertario Octubre del 36 (2 de julio), de La Llagosta, en les Jornades de l’autogestió de Can Piella (24 de julio), de Lleida, en el CSA La Maranya (30 de julio), de Valladolid, en las Jornadas Agroecológicas del BAH, (6 de noviembre) y de Madrid, en las Jornadas de Critica al Progreso organizadas por la Federación de Estudiantes Libertarios (8 de noviembre).


14 oct 2011

Jornadas Critica al Progreso - FEL-UAM


Cada vez resulta más evidente que la prometida panacea del progreso como fin de todos los problemas humanos ha resultado ser una inmensa estafa perpetrada por estados y empresarios. A nuestro alrededor vemos como el paisaje se degrada a marchas forzadas, metamorfoseando nuestro entorno y nuestro propia vida de un modo que quizá esté cerca de ser irreversible. El próximo agotamiento de recursos naturales básicos para la perpetuación del modo de vida occidental (la “sociedad del malestar”) lejos de servir como campana postrera al modelo productivo es ignorado sistemáticamente, siendo incapaz de detener la implatación de políticas desarrollistas a nivel internacional. Es claro el papel de peso que las grandes infraestructuras juegan cada vez más en el nuevo tablero del Capitalismo internacional, que ante la debilidad y poca contundencia de las luchas de oposición se pasea triunfante por la superficie de este maltrecho mundo.

Conscientes de esta problemática, y con el fin de generar un espacio de reflexión colectiva en torno a estas cuestiones, desde el grupo FEL UAM organizamos estas jornadas, dónde se analizarán y tratarán desde los fundamentos mismos del concepto de progreso hasta las posibles estrategias e ideas que puedan servirnos para construir una alternativa antiautoritaria al problema del progreso. No es nuestro deseo sumarnos al carro de aquellos que generan nuevas estrategias para gestionar el derrumbamiento total de lo existente, al igual que tampoco buscamos un regreso a la primitividad más absoluta, sino que deseamos alcanzar conclusiones que nos permitan llevar una vida lo más equilibrada y libre posible aquí en la Tierra.

Federación de Estudiantes Libertarixs - Universidad Autónoma de Madrid



Aquí más información,
Trípctico
Blog Jornadas



12 oct 2011

Bloque Anarquista y Autonomo 15-O

Este 15 de octubre algunas/os anarquistas y autónomos/as de Madrid participaremos de la manifestación del 15 de octubre formando un bloque propio. Te invitamos a que nos juntemos y unidos demos cuerpo a un espacio antiautoritario.
Nos vemos a las 18 hrs, el 15 de octubre, de Cibeles a Sol.

¡ESTE 20N NO VOTES, ABSTENCIÓN ACTIVA!
¡POR LA EXTENSIÓN DE LA REVUELTA!
¡HACIA LA HUELGA GENERAL!


Hace tiempo que descubrimos que la única solución posible a los errores del sistema es su completa destrucción y no el tratar de mejorar lo existente. No pedimos nada a este sistema basado en la corrupción y la injusticia, no queremos reformarlo para que la dominación y la explotación sean más llevaderas.

El problema no es la crisis, si no es capitalismo, del cual nosotras/os también formamos parte con nuestro consumo y participación en el proceso de producción. Debemos asumir nuestra parte de responsabilidad y actuar en consecuencia, consumiendo y produciendo lo menos posible. Okupando espacios abandonados donde vivir, llevar a cabo puntos de encuentro, lugares para el aprendizaje, difusión política... reciclar los deshechos del capitalismo: comida, ropa, muebles, utensilios... creando alternativas al trabajo asalariado: huertos urbanos, colectividades de todo tipo, grupos de consumo ecológico, auto-empleo en cada uno de los oficios que sea posible, etc.

El tomar las plazas y llevar a cabo asambleas es un primer paso para enfrentarse al sistema (no para formar parte de él), puesto que el parlamentarismo y el asamblearismo son conceptos opuestos, ya que una sociedad puede basarse en la opresión y la falta de capacidad de decisión por parte de la inmensa mayoría (parlamentarismo) o en la igualdad y la libertad a la hora de tomar las decisiones (asamblearismo), pero nunca en un híbrido de ambas. Debido a que son conceptos opuestos y tarde o temprano eso desembocará en un enfrentamiento entre ambas formas de organización.

Una vez hayamos construido la alternativa asamblearia, ya podemos comenzar a resolver por nosotras/os mismas/os los problemas que nos genera el Estado y el Capitalismo. Si nos desahucian por impago, recuperemos nuestra casa okupándola. Si se cierra una empresa y se despide a las/os trabajadoras/es, okupémosla y gestionémosla de forma asamblearia y horizontal. Si hay redadas racistas en el barrio, avisemos a las/os vecinas/os y expulsemos a la policía del barrios. Si en las escuelas
y Universidades estatales se adoctrina y enseña a ser sumisas/os a las/os niñas/os, colectivicemos la educación y que no existan especialistas, creando librerías autogestionadas, Centros Sociales Antiautoritarios, bibliotecas sociales, distribuidoras anticapitalistas, jornadas de todo tipo, debates...

Nos declaramos opuestas/os a la Constitución Española, basada en la traición de la izquierda durante la transición española y donde se recogen los fundamentos de un sistema totalitario, como cualquier sistema estatal. Que únicamente representa a los intereses de los opresores, quedando como siempre y de forma lógica, nuestros “derechos” en papel mojado. La única constitución válida es la que arde y nos gustaría ver una gran fogata en la puerta del sol con miles de ellas.

Ante los últimos recortes sociales que ha llevado a cabo el Gobierno: Reforma laboral, jubilación a los 67 años, privatizaciones... y la cada vez mayor represión: 25 detenidas/os el 15 de Mayo, constantes desahucios y desalojos, decenas de heridas/os y más detenidos/as ante la visita del Papa, redadas racistas en los barrios más desfavorecidos, una compañera condenada a 8 años de prisión, decenas de policías absueltos de torturas y malos tratos, un compañero preso recientemente, las/os detenidas/os por una vivienda digna juzgadas/os hace muy poco...

Tenemos que organizarnos y plantarles cara a quienes se creen que son nuestros dueños, porque se ha demostrado que la lucha es la única forma de conseguir mejorar las condiciones de vida. Y también es el único camino para que la autoridad no campe a sus anchas con total impunidad, destruyendo el entorno, matando a millones de animales y dominando a toda la humanidad.

Falta un mes para que la clase política vuelva a intentar usurpar nuestra capacidad de organización y toma de decisiones, no se lo pongamos fácil. El voto blanco o nulo son una estafa del sistema parlamentario para que formes parte de él. La única respuesta real y coherente es no ir a votar y seguir luchando en las calles, para no legitimar su sistema jerárquico y autoritario.

Ha llegado el momento de pasar a la acción, la historia es nuestra y la escriben los pueblos.

BLOQUE ANARQUISTA Y AUTÓNOMO
15 de octubre de 2011

Si quieres sacar copias del comunicado: http://dl.dropbox.com/u/6866802/folleto_mani_15oct.jpg

26 sept 2011

Por una Educación Libertaria y Autogestionada alejada del Poder

El curso empieza caliente, los profesores en huelga contra los recortes de la Comunidad de Madrid en materia educativa, cerca de 3000 interinos despedidos. La respuesta clara y contundente, autoorganización en los institutos, asambleas alejadas de los sindicatos del poder, que han vuelto a quedar una vez más en ridículo tratando de sacar rédito de la huelga. La mayoría de las asambleas optaron por la huelga indefinida, al final han sido 3 días de la pasada semana y 3 días de esta. El seguimiento ha sido un éxito, cercano al 70%.
Toda la información se podrá obtener de https://soypublica.wordpress.com/ .

Ante este conflicto y tratandose de un ataque a la educación pública en pro de la privada, creo necesario dar una perspectiva libertaria en la cual no entra ni la escuela pública por ser un instrumento al servicio del Estado, ni la privada sometida a los cánones de máximo beneficio económico.
 Aquí unas crónicas de las movilizaciones:
http://ensemad.cnt.es/content/view/419/1/
http://ensemad.cnt.es/content/view/416/8/


Por una Educación Libertaria y Autogestionada

La educación siempre ha sido considerada a lo largo de la historia uno de los pilares fundamentales de toda sociedad y por tanto el poder, en su afán de perpetuarse, siempre ha deseado controlarla; una educación gestionada por el poder, es una educación al servicio del poder y del sistema imperante.
El poder nunca se tiraría piedras sobre su propio tejado, mientras la educación este en sus manos, ésta servirá a sus intereses y no será educación, será adoctrinamiento. Nunca fomentará el pensamiento crítico, ya que el poder y su legitimidad sería puesto en cuestión, como jamás fomentará la solidaridad, ya que haría fuertes a los débiles y jamás fomentará nuestra imaginación ya que podríamos imaginar otra sociedad alejada de sus cánones de jerarquía y obediencia. El poder enseña, sí, a ser sumisos, a obedecer y a no cuestionarnos esta realidad.
Por ello, si queremos una educación libre y racional debemos romper las relaciones entre los poderosos y la escuela, pudiendo así crear una educación encaminada a formar personas libres y críticas capaces de construir una sociedad radicalmente opuesta a la sociedad mercantil y autoritaria que padecemos. La única manera de que esto pase a ser una realidad es que maestros y estudiantes tomen las riendas de sus centros de trabajo, es decir, que autogestionen sus centros de estudios, de manera asamblearia y horizontal, eliminando cualquier tipo de autoridad y jerarquía dentro de las aulas, fomentando así la participación en la toma de decisiones por parte de los afectados.

¡Ni Pública, Ni Privada, Libertaria y Autogestionada!
¡Todo el Poder a las Asambleas!

19 jul 2011

A 75 años de la auténtica Revolución Española

Hoy se cumplen 75 años del comienzo del mayor proceso revolucionario de todos los tiempos, la revolución española, la consecución del comunismo libertario en todos sus niveles. Hoy cuando todos les olvidan, nosotros les recordamos.
Por todos aquellos que lo consiguieron, por que nosotros no os olvidamos, por que sois un ejemplo, por que ni los fascistas ni los estalinistas podían soportar que triunfara la anarquía. Os han expulsado de la historia oficial, no apareceréis en los libros de texto, pero muchísimas personas os llevamos en el corazón.
Gracias por enseñarnos que es posible.

¡Viva la Revolución Social!
¡Viva la Anarquía!
¡Viva la Libertad!



Archivo CNT
Revolucion Social 1936 - Wikipedia
Vivir la Utopía(Documental sobre la Revolución) 
¡Ni peones, ni patrones!(Documental)

5 jul 2011

Las Colectividades Agrarias, un ejemplo de Autogestión

-El Campo y las Colectividades Agrarias durante la Guerra Civil Española, un ejemplo de Autogestión-

¿Dónde? Local Anarquista Magdalena, calle Magdalena nº29 2º izquierda, metro Anton Martin

¿Cuando? Jueves 14 de Julio a las 19:30

¿Quién organiza? Federacion de Estudiantes Libertarios - Universidad Autonoma Madrid(FEL-UAM)

¿y el ponente? C.Piro --> http://distri-maligna.blogspot.com/2011/04/rompepatrias-e-invertidos.html